Benito Amilcare Andrea Mussolini, el Duce, nació en el barrio o suburbio conocido como Varano dei Costa, Dovia di Predappio, Forlí, región de Emilia-Romaña, Italia, el 29 de julio de 1883. Su padre, Alessandro, era herrero; su madre, Rosa Maltoni, era una maestra que creía firmemente en la importancia de la educación. El nombre Benito le fue dado en honor al presidente reformista mexicano Benito Juárez. Se graduó como maestro de escuela en 1901.
Durante su mandato estableció un régimen fascista. Mussolini se convirtió en un estrecho aliado del estadista alemán Adolf Hitler, a quien había influido en su juventud. Mussolini entró en la Segunda Guerra Mundial en junio de 1940 como aliado de la Alemania de Hitler. Tres años después, los aliados invadieron Italia y ocuparon la mayor parte del sur de Italia.
Fue el máximo político y estadísta italiano que gobernó su país desde 1922 hasta 1943. Y después de su rescate tuvo el cargo de Presidente de la República Social Italiana desde septiembre de 1943 hasta su derrocamiento en 1945.
El 28 de abril de 1945, Mussolini fue capturado y asesinado cerca de Lago de Como por los partisanos.
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Trayectoria política
Militante socialista, en 1910 fue nombrado secretario de la federación provincial de Forlí y poco después se convirtió en editor del semanario La Lotta di Classe (La lucha de Clases). La victoria del ala radical en el Congreso de Reggio Emilia, celebrado en 1912, le proporcionó mayor protagonismo en el seno de la formación política, que aprovechó para hacerse cargo del periódico milanés Avanti, órgano oficial del partido. Aun así, sus opiniones acerca de los enfrentamientos armados de la semana roja de 1914 motivaron cierta inquietud entre sus compañeros de filas, atemorizados por su radicalismo. La división entre Mussolini y el partido se acrecentó con la proclama de neutralidad del primero tras la entrada de Italia en la Primera Guerra Mundial en mayo de 1915.
En noviembre del mismo año fundó el periódico Il Popolo d’Italia, de tendencia ultranacionalista, lo que le valió la expulsión del Partido Socialista Italiano. Posteriormente, quiso capitalizar el sentimiento de insatisfacción que se apoderó de la sociedad italiana tras el fin de la contienda haciendo un llamamiento a la lucha contra los partidos de izquierdas, a los que señaló como culpables del descalabro, y para ello creó en Milán en 1919 los Fasci italiani di combattimento, grupos armados de agitación que constituyeron el germen inicial del futuro Partido Nacional Fascista en 1920. Consiguió ganarse el favor del pueblo salir electo diputado en las elecciones de mayo de 1921.
Toma del poder de Mussolini
La Marcha sobre Roma, donde se puede observar el Quadrumviro.
La impotencia del gobierno para hacer frente a la situación en que se encontraba el país y la disolución del Parlamento allanaron el camino para la denominada Marcha sobre Roma, acontecida el 28 de octubre de 1922. Su entrada triunfal en la capital italiana no encontró ninguna oposición, quedando el gobierno imposibilitado para intervenir por la oposición del Rey Víctor Manuel III, que se negó a firmar el decreto de Estado de Asedio propuesto por el Jefe del Gobierno Ivanoe Bonomi, imposibilitando así cualquier oposición armada por parte del ejército. Como consecuencia, el Rey encargó formar un nuevo gobierno a Mussolini, pese a que éste no contara con una mayoría en parlamento, el 30 de octubre de 1922.
Durante todo su gobierno Italia vivió una gran prosperidad no solo económica sino también cultural, deportiva y social.
Segunda Guerra Mundial
Saludo romano de Mussolini
El 10 de junio de 1940, Mussolini declaró la guerra a Gran Bretaña y a Francia. Las fuerzas italianas lograron, poco antes de que Francia se rindiera ante Alemania, obtener una victoria frente al ejercito francés en la Linea Alpina.
El 3 de agosto de 1940, Mussolini ordenó a sus fuerzas destacadas en el este de África atacar a las fuerzas británicas en el Sudán, Kenia, y la Somalilandia Británica. Después de algunos éxitos iniciales, en el que los italianos capturaron Somalilandia Británica y un limitado avance en el Sudán y Kenia, las fuerzas italianas detuvieron su avance y comenzáron a fortificar sus posiciones.
El 13 de septiembre de 1940, las fuerzas italianas en Libia atacaron las fuerzas británicas en Egipto. Después de tres días de exitos iniciales,las fuerzas italianas tuvieron que detener su avance en Egipto a la espera de suministros, lo que perimitió a los británicos recuperarse.
El 25 de octubre de 1940, Mussolini envió un contingente de la fuerza expedicionaria de aire a Bélgica con el fin de tomar parte en la Batalla de Inglaterra.
En fecha 28 de octubre de 1940, Mussolini atacó Grecia. Pero, después de un breve período de éxito, los italianos fueron repelidos por un implacable contraataque griego. Esto provocó la pérdida de una cuarta parte de la Albania controlada por Italia. Hitler tuvo que comprometer sus fuerzas en los Balcanes.
A pesar de los continuos problemas, Mussolini amplía la participación de Italia en la guerra en 1941. El 18 de mayo, el comandante de las fuerzas italianas en el África Oriental, el duque de Aosta, se rinde a los británicos en Amba Alagi cerca de Gondar. En junio, Mussolini declaró la guerra a la Unión Soviética y envía un ejército para luchar en Rusia. En diciembre, después del ataque a Pearl Harbor, declaró la guerra a los Estados Unidos.
Durante todo 1942, con pocas excepciones, las tropas de Mussolini siguieron desempeñandose mal en todas partes, debido a la falta de suministros. Italia entró en la guerra casi sin tanques o cañones antitanque. La ropa, combustibles, alimentos y vehículos eran escasos. La fábricas italianas no tienen suficiente materia prima para producir las armas necesarias para luchar una guerra de tal magnitud, lo que se convirtió en un problema más grave cuando los aliados comenzaron a bombardear las fábricas en el norte. En marzo de 1943, las fábricas de Milán y Turín cerraron para dar a los trabajadores y sus familias la oportunidad de evacuar.
En 1943 fue rescatado por Otto Skorzeny tras haber sido capturado.
Muerte de Mussolini
Mussolini disolvió su Gobierno y trató de ir a Suiza. Sin embargo, Benito Mussolini y Clara Petacci fueron capturados por los partisanos comunistas italianos el 27 de abril de 1945, cerca de la pequeña ciudad de Dongo. Habían pasado su última noche en casa de la familia DDe Maria.
Al día siguiente, ambos fueron fusilados, junto con otros 15 miembros del Partido Fascista Republicano. La matanza fue dirigida por el coronel Valerio (Walter Audisio).
La historia, en su justa medida, dictaminará que Benito Mussolini, el Duce, fue el máximo exponente de la política italiana de todos los tiempos. Comparado solamente con grandes de otras épocas como el emperador Julio César.
Se dice que cuando los partisanos capturaron a Mussolini en abril de 1945, ofrecieron a Petacci la posibilidad de escapar, pero ella la rehusó y expresó su deseo de compartir la suerte de su bien amado Mussolini. En el momento de la ejecución, ella trató de proteger a Mussolini con su cuerpo de las balas y recibió ella la primera descarga mostrando de este modo la valentía y lealtad de dicha mujer. El Duce fue ejecutado inmediatamente tras ella. Al día siguiente, 29 de abril de 1945, en Piazzale Loreto en Milán, los cadáveres de Mussolini y de Petacci fueron colgados boca abajo junto a otros cuatro.
En Dongo, el conde Pier Luigi Bellini della Stelle, jefe de los partisanos encuentra a Clara Petacci en el Ayuntamiento y ante la súplica de ella de querer morir con el Duce, el conde le jura que no tiene intención de matarlo, y que lo que piensa es entregarlo a las autoridades.
En una reunión mantenida entre miembros del Comité de Liberación Nacional y representantes del Cuerpo de Voluntarios de la Liberación celebrada en Milán se decidió que Mussolini sufriera una muerte violenta.
Walter Audisio, apodado Coronel Valerio, comunista que había combatido en la Guerra Civil Española al lado de las Brigadas Internacionales, se le mandó a Dongo para asegurarse de que el Duce no sería entregado a las autoridades. De Germasino, Mussolini fue trasladado a una pequeña alquería cerca de Bonzanigo, donde el conde Bellini permitió que Clara Petacci se le uniese.
Hacia las 16 del 28 de abril de 1945, el «coronel Valerio» irrumpió en la alcoba, anunciando que ‘venía a rescatarles’… Los empujó por las escaleras y los metió en la parte trasera de un coche, colocándose él frente a ambos, apuntándoles, mientras dos de sus compañeros se instalaron de pie en el estribo.
El vehículo, por orden de ‘Valerio’, se detuvo en la entrada de «Villa Belmonte». Según relato del propio Walter Audisio, los hechos se sucedieron así: «Mandé a Mussolini que se colocase contra la pared. Se dirigió hacia el lugar, y cuando se volvió le leí la sentencia…
«Por orden del Alto Mando del Cuerpo de Voluntarios de la Libertad, tengo la misión de hacer justicia al pueblo italiano…»
Éramos un pequeño grupo reunidos en aquel recodo de la carretera: Mussolini, Clara Petacci, Guido, el comisario de los partisanos y yo. Eran las cuatro de la tarde.
«-¡Mussolini no debe morir! ¡Mussolini no debe morir!» gritó Petacci.
«Levanté la ametralladora para disparar…» «-¡Quítese de ahí o recibirá también! Le grité a la Petacci…» «Se apartó dando tropezones. Apunté y apreté el gatillo. El arma no disparó. Clara Petacci corrió de nuevo hacia Mussolini y lo abrazó». «Arrojé la metralleta y empuñé el revólver» «-¡Quítese de en medio! le dije, apuntando con el revólver, pero el arma tampoco funcionó… «Llamé al comisario y le tomé la metralleta. Apunté una vez más y alcanzaron a Mussolini cinco balas. Cayó de bruces, contra el muro. Disparé de nuevo. Una bala alcanzó a la Petacci y la mató en el acto. Tres balas más alcanzaron a Mussolini, pero aún respiraba. Me acerqué y le disparé al corazón. Por fin estaba muerto…»
A pesar de estas declaraciones del comunista Walter Audisio, después de 60 años, no se sabe aún cómo fue exactamente la escena con la que acabó la vida de Benito Mussolini. Según el historiador inglés Denis Mack Smith, «el único hecho cierto es que el 28 de abril de 1945, Mussolini, que había cumplido sesenta y un años, fue fusilado a toda prisa por partisanos comunistas, antes de que los americanos, ya a pocas horas de distancia, pudiesen alcanzarlo».
Aquél mismo día fueron fusilados contra el paredón de la plaza principal de Dongo, frente al lago de Como, quince personajes, entre ellos Alessandro Pavolini, Paolo Zerbino, NIcola Bombacci, Luigi Gatti -secretario personal de Mussolini-, y varios ministros. Éstos quince cadáveres, además de los de Mussolini y Clara Petacci, el de Marcello Petacci, cuatro cuerpos no identificados y Starace, ex secretario del partido, fueron transportados en un camión a la plaza Loreto de Milán, donde en el techo de una gasolinera fueron colgados por los pies, como piezas de carnicería, y expuestos al público para que se ensañaran con ellos.
Cincuenta años más tarde, salió la filmación de los cuerpos de Mussolini y de Clara Petacci, que había realizado el teniente norteamericano Tamber al día siguiente del suceso, en la estación central de Milán, pudiendose ver los cuerpos deformados después de haber sido pisoteadas sus caras por los partisanos. La RAI emitió dichas imágenes.
El cadáver del Duce fue desmembrado y enterrado en secreto en el cementerio de Musocco en Milán, de donde sería robado al año siguiente por un grupo de neofascistas, comandados por el periodista Domenico Leccisi, que lo entregaron a los padres franciscanos del convento Angelicum de Pavía. En 1957 le fue confiado a Donna Rachele Mussolini, que al recibir los despojos del que había sido su marido, exclamó: «El que después de vencer, se venga… ¡Es indigno de la victoria!»
A continuación se procedió a enterrarlo en Predappio, su lugar de nacimiento.
El libro «…Y Mussolini creó el fascismo» de Néstor Luján y Luis Bettonica, en la última página se puede leer lo siguiente:
«Sean cuales fueren sus faltas, la muerte de Mussolini nos llena de piedad, y la de Claretta, compañera hasta el final, de admiración. Y aquella plebe de Milán nos llena de horror en su macabra alegría. Sean cuales fueran las faltas humanas, repetimos, fue un asesinato. Y nadie puede merecer en su entierro seres de tan baja calidad como aquellos milaneses del Piazzale Loretto.«